Varsovia, Polonia, 1958
Vive y trabaja entre Otwock, Polonia y Oliva, Valencia, España
Mirosław Bałka impregna con sutiles capas de metáfora y memoria los objetos físicos y los espacios en los que se encuentran, tratando de expresar cómo la historia inevitablemente da forma y gobierna el presente.
Trabajando principalmente con la escultura, aunque también recurriendo con frecuencia a formatos como el vídeo, el dibujo y la instalación, Bałka ha desarrollado un lenguaje artístico propio que incorpora una ecléctica gama de materiales, a menudo simbólicos de su herencia polaca personal, familiar o colectiva. Basando la escala de gran parte de su obra escultórica en las medidas y proporciones del cuerpo humano, Bałka crea instalaciones que remiten a una puesta en escena, con las que activa la presencia tanto temporal como física de sus obras.
Conocido como «contramemorialista», Bałka despoja su obra de cualquier impulso redentor o glorificador, pese a estar impregnada de memoria; en su lugar, utiliza su práctica para dar voz a las maneras en que lo personal y lo universal, el pasado y el presente, hablan no sólo entre sí, sino también a través los unos de los otros.