Randfontein, Gauteng Province, Sudáfrica, 1930
Johannesburgo, Sudáfrica, 2018
David Goldblatt empezó a dedicarse plenamente a la fotografía en los primeros años sesenta, documentando las severas complejidades de Sudáfrica con una combinación de intimidad profunda e ira profunda. Desde el principio su fotografía se basaba en la protesta (informada, apasionada pero nunca vitriólica o propagandística), primero contra la opresiva política del apartheid de Sudáfrica y, más tarde, contra las condiciones de la época post apartheid que sembraban aún el caos en el tejido social de la nación, como eran la pobreza y las insostenibles condiciones de vida, la distribución no equitativa de la riqueza, las fisuras raciales y el horrible azote del SIDA.
Las fotografías de Goldblatt, ya sean éstas de gente, de lugares o de edificios, están a menudo compuestas con mimo y belleza, pero nunca exhiben un virtuosismo construido o autoconsciente. Poseen más bien la tácita franqueza del lugar común, una soltura con lo vacío, una afinidad con lo oblicuo y lo callado. En último término, mediante su combinación de delicadeza formal y conceptual, las fotografías de Goldblatt conducen al espectador hacia una lectura visual más detallada de la apariencia de la ausencia y, a partir de ahí, a una comprensión más profunda de lo que, de hecho, está presente.
Tomadas en su conjunto, las series fotográficas de Goldblatt pueden considerarse como parte de una actividad de retratista más amplia y general, el retrato de un país tan amado como lacerado. Es un retrato múltiple, compuesto por detalles y compuesto a lo largo del tiempo, pero siempre enraizado en el espíritu de un lugar y siempre imbuido de un profundo humanismo.